Quito acaba de perder a uno de sus hijos más dilectos, Marco Chiriboga Villaquirán, toleño de cepa. Conocí a Marco allá por los años ochentas, en la redacción de los diarios EL COMERCIO y Últimas Noticias. Supimos mantener y acrecentar esa amistad con respeto y altura. “Quiero hablarles de una ciudad llamada Quito”, era su programa símbolo que por lustros mantuvo en varias emisoras. Su amor a Quito, a su gente, a sus barrios y costumbres, a sus geranios y maceteros, no tuvo límites y sobrepasó cualquier barrera. En la Eternidad, donde quiera que se encuentre, Marco Chiriboga Villaquirán continuará hablando de Quito y sus maravillas, con su voz tan grave y musical que invitaba a soñar despierto. Ha muerto uno de los últimos auténticos “chullas quiteños” que teníamos como reliquia.