Da pena ver como la capital ha perdido lo más importante, la seguridad. Sábado 22:30, tras visitar La Ronda toman un taxi en Santo Domingo, el taxista conduce y con habilidad se detiene en La Mariscal donde están sus compinches que ingresan al taxi y someten a la pareja. A él le sujetan y echan gas directamente a los ojos y además frotan con el dedo haciendo más daño, a ella la cubren la cabeza. Les roban todo: dinero, tarjetas, celulares y cámara. Con armas, incluso un paralizador eléctrico logran toda la información. Al no ver nada y llenos de pánico notan que el taxi se detiene y entregan una tarjeta para que roben en el cajero, luego igual en otra esquina. El taxi hace un recorrido largo, luego da vuelta en u y les abandonan en la Occidental atrás de la U. Central. Él, ciego por el gas; ella, llena de pánico. El periplo infernal dura 90 minutos. Se ve que hay una eficiente y bien organizada mafia. Esto no lo viven los obligados a cuidar de la seguridad y vidas de todos. Ellos tienen guardias de seguridad, séquitos de protección, carros blindados. Todo pagado con los crecientes tributos. ¿Qué estamos esperando para exigir mayor seguridad para nuestras vidas y bienes?