El doctor Simón Espinosa C., en su artículo “Cirugía Mayor”, del 10 de febrero pasado, lamenta que, junto con dos distinguidos juristas guayaquileños, no se nos haya tomado en cuenta para la función de Superintendente de Compañías.
Tal distinción, que proviene de un periodista de tantas virtudes morales y éticas, me obliga a recordar que, en mi opinión, todos debemos estar prestos a cumplir con el llamado que, en cualquier momento histórico, nos realice la sociedad ecuatoriana, lo que es absolutamente distinto a buscar el ejercicio de un cargo público.
El país, luego de lo ocurrido en los últimos diez años, requiere de una urgente reinstitucionalización, fundamentalmente en la administración de Justicia Constitucional y Judicial. La primera se ha realizado con notable éxito si se toma en cuenta sus actuales integrantes, lo que no parece haber ocurrido en la segunda. Aspiramos, en consecuencia, que las designaciones que están por realizarse en órganos de control y en la tan importante función de Fiscal General resulten satisfactorias en el momento histórico que vive el país.
En esta breve respuesta a la generosa mención del doctor Espinosa -que me honra en alto grado- debo manifestar -como lo he destacado en mis libros y discursos- que en la vida mucho más importante que lo que uno sea es lo que uno entrega, conociendo de antemano que, al final de nuestros días, tendremos las manos puras todavía. Ésta, mi querido doctor Espinosa, es mi única aspiración: Simplemente ser calificado como un buen ciudadano.