Somos campeones en accidentes a nivel mundial, muchos de los cuales se podrían haber evitado con sentido común, señalización y responsabilidad.
Tenemos una Ley de Tránsito blanda que se inclina a las presiones de transportistas pesados, taxistas, buseros y de los contratistas sapos que no señalizan sus obras por ahorrarse algunos dólares.
Incluso este Gobierno, con toda su fuerza, se rinde ante estas mafias de poder.
El sábado 28 a las seis y pico de la mañana fui testigo de cinco choques que involucraron a 15 autos en el páramo del Cotopaxi, en el tramo que están ampliando. En este sector de alta neblina y tráfico intenso no existía señalización ni información eficiente sobre los peligros de las nuevas obras. ¡Y claro, unido a la velocidad y a la llovizna ocurrieron los choques!
Esa tara del subdesarrollo de ahorrar en señalización y en poner unos postecitos blancos de concreto justo antes de la obra no van de acuerdo con una carretera de esas características y costo.
Los damnificados deberían demandar a esta empresa por intento de asesinato, una negligencia que siempre está presente, incluso en empresas del Estado o del Municipio. ¿Cuándo cambiarán estas irresponsabilidades en un país que quiere salir del tercer mundo?