En estos días, un lector de EL COMERCIO opinó acertadamente sobre la conveniencia de peatonizar el Centro Histórico de Quito.
Desde hace 20 años se viene pensando en esta posibilidad, pero las administraciones municipales no han querido enfrentar el reto.
Varios de los planes y estudios dieron múltiples alternativas con innovadoras propuestas de circulación de buses y taxis para evitar el centro; pero no.
Menos ahora que tenemos un proyecto más impactante como el Metro, pero que también pasará por el Centro. En el coloquio organizado por el Municipio, se dijo ya que el nuevo transporte va a ser a un reto, pero para la ciudad en superficie, porque no solo debemos pensar en el “hueco”, sino en lo que pasará arriba: nuevos sistemas de líneas de buses, nuevas interconexiones, centralidades, nuevos desplazamientos…
Pero, al parecer, el Patrimonio está relegado. Basta ver el regreso de las ventas ambulantes o los nuevos “desarrollos inmobiliarios” que aparecen derrocando casas patrimoniales en La Mariscal, av. 6 de Diciembre, La Floresta…
El progreso es bueno, sí. Pero tener historia y raíces, mucho más.