Las bandas delictivas que operan en prisión debieran tener bloqueadas sus llamadas para que desde allí no ordenen secuestros express, asaltos a bancos y coimas a los jueces y funcionarios para que los dejen libres, les bajen las penas o los dejen escapar.
Los ‘clientes VIP’ de los casos de corrupción no debieran comunicarse desde el encierro con sus jefes prófugos para compartir estrategias de campaña, futuros indultos y perdón a sus culpas. Y se les debe perdonar un día de cárcel por cada millón de dólares que devuelvan al pueblo esquilmado.