“Por el ojo tuerto te roban ñaño” le decía al Jefe de Estado su hermano y protector. Ceguera similar padece Unasur cuando se alinea entusiastamente con el desgobierno de Maduro e ignora la contumaz violación de los derechos humanos y el desbarajuste económico por el que atraviesa Venezuela.
Era evidente que la extraña decisión de Barack Obama habría de provocar la reacción de todos los gobiernos de América Latina. Inclusive la oposición venezolana se pronunció en contra de la decisión de los Estados Unidos. No cabía otra postura.
En algún momento se conocerán las razones, pero sobre todo los objetivos de la decisión de Washington. Pero los cancilleres “unasuristas”, que se envuelven en las banderas de la soberanía bajo la protección de la escultura de Kirchner y con la conducción del sobreviviente del proceso 8 000, que sacudió Colombia hace unos años, no quieren ver los múltiples atentados contra la oposición política, los encarcelamientos infames de sus dirigentes acusados de delitos comunes (artificio al que recurren todos los regímenes autoritarios) y, sobre todo, el estado de escasez, de caos económico y de abierta corrupción que vive la otrora dinámica Venezuela.
Para protestar porque EE.UU. congela cuentas bancarias y propiedades de militares de alto rango – que con las proclamas socialistas del chavismo no tienen explicación alguna- hace falta una enorme dosis de cinismo e inocultable doble moral.