Lo ocurrido en Siria es algo monstruoso, un crimen de lesa humanidad, algo que clama al cielo. El Presidente de los EE.UU. se halla empeñado en intervenir, para lo cual ha solicitado la colaboración de sus aliados occidentales. Tal es el caso de Alemania, Inglaterra, los países de la OTAN, y otros.
La ONU tiene dificultad de emitir un pronunciamiento debido a la oposición de Rusia y China y el pronunciamiento del Congreso de los EE.UU. no se lo ve venir muy pronto y no se puede saber en qué sentido será.
En definitiva, el Presidente ha quedado solo, pero insiste en la intervención. Antes de embarcarse caprichosamente en esta aventura, debería recordar los fracasos de EE.UU. en intervenciones anteriores, como Vietnam, Corea del Norte etc., pero principalmente en la última para la cual el Presidente anterior gastó miles de millones en la invasión a Iraq, en busca de armas de destrucción masiva, que nunca aparecieron porque sencillamente no existían, pero dejó a la economía de EE.UU. en soletas.
Ahora que esta escuálida economía está mostrando pequeños signos de recuperación, la intervención de Obama que costaría astronómicas sumas, dejaría a su economía peor que antes, sin resultado alguno. Los EE.UU. deberían dedicarse a rehacer su economía y dejar de creerse los rectores de este planeta.