A propósito de la aprobación de las enmiendas, particularmente de la que más a dado que hablar, la reelección indefinida, permítame hacer un comentario atinente y oportuno.
Me refiero a los micropoderes identificados como tales las presidencias de corporaciones de diferentes naturalezas: asociaciones de empleados, clubes, comités barriales, sindicatos, presidencias de condominios, gremios clasistas etc. etc., son ejercidas por mucho tiempo, generalmente, por las mismas personas o por allegados a su grupo.
En un ejercicio simple, compañero lector, mire a su alrededor, en su círculo familiar, social, gremial y encontrará que tengo razón. De ahí que no es de admirarse que una reelección indefinida se vaya a institucionalizar en nuestro país.
Un ejemplo fresco es aleccionador: el Presidente de la Federación Ecuatoriana de Futbol: se creyó predestinado, eterno como tantos otros, y se rehusó a dejar el cargo -según dicen los entendidos- con procedimientos no santos.
Las consecuencias ya las conocemos todos. En definitiva, la droga del poder, el síndrome de hybris, no es patrimonio de los gobiernos; también se da desde el presidente del club de barrio que se cree dueño del equipo y de balón, hasta quienes pretenden erigirse dueños del país.
Valoremos la alternancia en el ejercicio de las responsabilidades y no transformemos a éstas en privilegios sino en una oportunidad de servicio…por un tiempo determinado. Nada más.