No existe un solo político, un solo académico e incluso un solo ciudadano en el mundo, con la legitimidad suficiente que pueda afirmar que la reelección indefinida es inherentemente perversa o beneficiosa para la democracia.
El único ente colectivo con suficiente legitimidad, credibilidad y soberanía para zanjar y decidir esta problemática democrática es el pueblo en su conjunto a través de un referéndum.
Cualquier otro camino podrá tener legalidad pero jamás legitimidad ante un tema tan complejo, porque nadie ni nada puede suplantar la voluntad del pueblo.
Y aun así después de que la gente decida, sea el resultado en contra o a favor, todavía habrá muchos que juzguen tal decisión como favorable o desfavorable.
Pero con una grande diferencia, la cual se sustenta en que si existe un ente social, político y colectivo que puede darse el lujo y tenga el derecho de equivocarse – tanto a favor como en contra de la reelección indefinida-, es el pueblo a través del voto.
Finalmente, la gente en política es el único soberano que votando y equivocándose está exento de culpa, mas no de responsabilidad, y se tiene que acatar la voluntad popular, duélale a quien le duela.
Entonces que la gente debata, delibere, contraste, vote y decida! Es el camino a seguir, ¿Cuál es el drama? ¿Cuál es el miedo? Evo Morales y Chávez lo comprendieron muy bien y optaron por el camino de la legitimidad popular. ¡Lástima que otros tengan miedo!