Rolando Panchana renunció a la Gobernación del Guayas, luego de haber declarado que los terrenos adyacentes (de propiedad de la Arquidiócesis de Guayaquil y de dos personas particulares) al santuario del Señor de la Divina Misericordia, no reúnen las condiciones mínimas de seguridad, por cuya circunstancia sugirió -no ordenó- que la misa pontificia se celebrara en el hermoso, nuevo y amplio parque Samanes.
En el primer inmueble, los servicios básicos elementales, a lo mejor, causarán muchos problemas, pues se calcula que concurrirán más de dos millones de personas; amén de que hay una sola vía de acceso, y los hospitales están lejos de ese sitio. En fin. Panchana por bien hacer, fue franco, claro y directo, particular que le costó el cargo público eminentemente político. De allí a sostener que el papa Francisco ha puesto como condición que si no es la celebración eucarística alrededor del santuario del Señor de la Divina Misericordia, “no iría a Guayaquil”, es un argumento nada creíble y flojo. El exgobernador realizó una gran labor durante el tiempo que se desempeñó como ejecutivo provincial; demostró firmeza, dinamismo, lealtad a la Revolución Ciudadana y a su líder, el presidente Rafael Correa. Lo señalado, en lo formal, pues lo de fondo es que recibamos el mensaje papal de Francisco.