Los gobiernos socialistas del siglo 21 de Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador han administrado sus países siguiendo el mismo patrón de conducta y proyecto político.
Adicionalmente Cristina, Dilma, Lula, Maduro y Correa no sólo comparten la cegada ideología, también actúan bajo los mismos referentes éticos y morales. Este espíritu de cuerpo, hace que cuando se encuentren evidencias de corrupción en uno de ellos, los demás salten a defender al deshonesto con alma, vida y corazón.
Estos mismos referentes morales son asumidos como propios y se encarnan aparatosamente en los funcionarios públicos de alto nivel, por un método conocido como ósmosis que les permite poner sus cerebros en relantín. El ferviente y ardoroso deseo de otorgar la más alta distinción a Cristina Fernández responde a un angustiado soporte o desesperado flotador para quien consideran un ídolo digno de imitar.
Es decir, Cristina para los asambleístas representa el patrón a seguir y emular, un ejemplo para futuras generaciones.
Es lamentable que se confundan los referentes éticos y morales.