Gracias a la Constitución y a la Ley Orgánica de Comunicación, que garantizan y aseguran el ejercicio de los derechos de la comunicación y de la libertad de expresión, y al pluralismo del Diario EL COMERCIO, se produjo un debate alrededor de la expresión -en sentido figurado-: “la palabra del presidente es sagrada”. Un lector insinuó que había arrogancia y demencia. Otro utilizó la figura “engañar con la verdad”. Un tercero, posiblemente evocando la época velasquista, dijo que a la palabra presidencial no hay que tomarla en serio, pues dizque “es solo retórica para crear hipérboles, metáforas, ironías o poesías (…)”; inclusive, usó un trabalenguas fuera de contexto y ajeno al debate. En fin. Libertad de expresión, pero con responsabilidad posterior.
La ocasión es propicia para agradecer a EL COMERCIO por la publicación -por casi 25 años- de mis “repetidas cartas”, sobre diversos temas de interés general, respetando siempre las políticas exigidas para la publicación de esta tribuna nacional.