La solución es sencilla para los humanos racionales, cristianos que acogemos al pan de la humanidad, como base de una paz duradera.
Muy difícil para el humano actual que sigue peleándose como perro y gato, que sigue modernizando su armamento para que los “poderosos y desarrollados” maten directa o indirectamente a los pobres que viven hambre, esclavitud, castigos en una vida cruel.
En Ecuador tenemos un presidente que en su campaña política no habló de “modernizar las fuerzas” lo que nos ofrece una esperanza, para orientar la producción alimenticia para todos los actores de la sociedad: indigentes y encarcelados incluidos, facilidades para que puedan desarrollar la interacción con la naturaleza y salir del pesar social; cultivos en todas las escuelas, con semillas, herramientas y enseñanza, desde donde aprender esta materia básica.
Invocando a todas las revoluciones la comprensión de la paz…
En Venezuela, con poca ayuda “bolivariana”, porque Ecuador, Bolivia, Nicaragua y todos los países sudamericanos brillamos por el silencio y ninguna ayuda a la atroz situación alimenticia, que genera ira y con políticas egoístas, las cosas van de mal en peor. ¿Qué podemos hacer?
Ayudar a la instalación de huertos agrícolas en todas las escuelas venezolanas, mientras America pueda ayudar humanitariamente, luego de conseguir permiso de entrada, que los disparatados comandantes prohíben, para fundar su codiciosa “revolución”.
Izquierda y derecha, imperialistas y proletarios, blancos y negros:
Todos con sus ideas hacen parte de la vida, con cuya interacción pacífica vamos a más, con la irracional guerra y codicia: sufrimiento torpe.
Siria, otra barbarie, imagínense que Trump, como hábil constructor y empresario, se diera cuenta que no hay peor negocio que la guerra. Las armas, si bien traen altos réditos económicos, la inseguridad mundial es innecesaria porque el terrorismo es su consecuencia.
Difícil pero no imposible pensar en que este presidente ayude al Medio Oriente, donde Jesús ya predijo el reino de los cielos: y nos encaminaríamos hacia el espacio, sin desperdiciar nuestro potencial creativo.
África, famélica y El Vaticano lleno de riquezas, creyendo que son el patrimonio de los cristianos, cuando nuestro Mesías muere por el pan de la humanidad.
¿Quién sería el líder ideal, para solucionar esta obligación y pensar en los 7 millones de hambrientos africanos que tienen el derecho a la vida y es nuestro patrimonio cristiano, el atender sus necesidades y producción agrícola?