Diciembre, mes de los excesos, con sus víctimas en agitada procesión tras el dios Baco, mostrando sus embriagadas neuronas, su torpe caminar, su lengua mostrenca y su absoluta incapacidad para generar pensamientos apacibles. Su paladar ya no puede discernir las cosas depravadas.
Con su accionar destrozan la moral, pisotean la bondad y dan rienda suelta a los actos más perversos y censurables.Su memoria es encerrada en el cuarto oscuro del olvido. Cuán poderoso es este dios Baco, capaz de esclavizar con pesadas cadenas irrompibles a quienes gustan regodearse en los quehaceres del beber y a los que mucho detienen su mirada en el licor, cuando resplandece su color en el vaso y deciden testarudos entregarse a sus amargos deleites.
La mayoría desconoce que la única esperanza es depositar su debilidad en manos divinas.