Médico preso

No me ha sorprendido leer en la carta de los lectores, las múltiples expresiones de respaldos y protestas personales gremiales e institucionales por la increíblemente injusta sentencia dictada contra el Dr. Carlos López A., cirujano con una larga trayectoria en su especialidad, y el reconocimiento de centenares de sus pacientes a lo largo de su labor profesional y humana.

Luego de que la señorita Mazoyer, fuera transportada a un hospital público, con una herida de bala que le atravesó su corazón, pulmones e hígado, y, donde se rechazó su admisión, sin considerar que aun en los países mas adelantados, con esa herida para tener una posibilidad de supervivencia menor al 5% debía ser atendida inmediatamente, fue transportada a la Clínica Pichincha.

Bastaría decir que sin considerar la falta de atención anterior, a pesar de no haber estado de turno, sin tener obligación, y, cumpliendo con la ley del buen samaritano, al ser consultado si podría hacerse cargo de esta paciente, el Dr. López conociendo su capacidad, su conocimiento y experiencia, asumió el riesgo con su intervención, e intentó evitar la muerte.

Aquí razón para que, por lo menos alguien le exprese un "gracias doctor", por su hombría de bien, por su mejor demostración y ejemplo de médico honorable, al entregar toda su experiencia y capacidad tratando de salvar esa vida, sin pensar en su economía ni siquiera en su futuro. Desgraciadamente parece que ni los familiares de la señorita ni los jueces que le han sentenciado, ni los contactos diplomáticos que intervinieron no se han dado cuenta que él Dr. López no era Dios, y que en ninguna parte del mundo hay Dioses médicos.  

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