El reciente asesinato del cabecilla de una banda que recuperó su libertad con una rapidez inusitada, puso en alerta a la Policía en varias provincias, mostrando que los tentáculos de los delincuentes y las bandas enfrentadas criminales tienen en vilo a la población. Son grupos armados, que despiden a los pistoleros acribillados con círculos de motos y rituales espeluznantes a tiro limpio, con licor y cadenas de oro.
Son bandas criminales que se disputan todos los territorios, dentro de las prisiones, en los barrios marginales y en las afueras de las escuelas para vender droga y dañar a la juventud.
Son bandas bien conectadas con el crimen organizado internacional que mandan paquetes de droga por aire, mar o tierra, que ostentan nombres de carteles famosos que siembran sangre y terror en Colombia o México, que se vinculan a la guerrilla y al secuestro.
Los candidatos presidenciales deben hablar de este problema, que ya es un síntoma más de la descomposición económica y moral del país.
Los corruptos condenados están prófugos, sus fortunas no son recuperadas y en Ecuador las calles y plazas son dominadas por mafias grandes o chicas. La gente está perpleja y asustada. ¿Qué dicen los señores presidenciables?