La desesperación del Gobierno al ver que de cada 10 ciudadanos, 6 están desempleados, le obliga a romper la Constitución que él mismo fabricó. Tanto los fondos de reserva como el seguro de cesantía han existido siempre. El de cesantía tiene 60 años y se creó como un ahorro para mitigar el sufrimiento del desempleo.
Ese 3% mensual acumulado gana intereses y el trabajador lo retira cuando cesa, o sus deudos, cuando se muere. Así como los décimos sueldos, que la mayoría prefiere acumularlos por sentido común y no feriarlos mensualmente como aconseja el Gobierno para engañar al incauto diciéndole que le ‘aumentaron los salarios’, los fondos de reserva y cesantía han sido sagrados hasta hoy en que la cesantía cambia de nombre y al llamarse ‘seguro de desempleo’, le obliga al trabajador a gastarse sus ahorros y socapar al Gobierno que ya no pagará intereses por un dinero que se esfumó.
Ahora, esto ocurre con los afiliados, ¿y los desempleados no afiliados?, ¿y los chantajeados que trabajarán 6 horas y las 2 restantes harán siesta pero con hambre? Como la mayoría de la gente no entiende, esto aparece como un dechado de buena fe, pero la trampa le entrampará al sucesor.