Un homenaje de la pintura a la mujer

Así es como Klimt, considerado el pionero del modernismo, denominó a sus obras más emblemáticas; debido a su nombre muy sugerente nos lleva a pensar que fue una “fatalidad”, que estas aparecieran emancipándose de un mecenazgo academicista, imperante en el conservadurismo burgués dominante de fines del siglo XIX y comienzos del XX. La temática principal de su pintura fue la exaltación de la mujer, hasta entonces representada de forma sacralizada cual si fuese una Venus, cuyo arte tenía un mensaje histórico y un carácter comercial. Klimt, rompió este academicismo y pintó mujeres desnudas, haciéndolas descender a un plano más corpóreo y terrenal, escandalizando a la sociedad mojigata de una Viena aislada culturalmente de las otras capitales europeas; algunos desnudos fueron retratados en estado de gestación, siendo calificado su arte de obsceno y pervertido, pero este llevaba un mensaje iluminador que le erigía a la mujer como portadora del secreto de la vida y de todos los elementos inherentes a la existencia como la concepción, la fertilidad, el nacimiento, la enfermedad, la muerte, conceptos todavía no tematizados por un arte fuertemente idealizado y decadente, inspirado hasta ese momento solamente en la salud, el bienestar y la ciencia.

Klimpt decía “Ningún campo de la vida humana es demasiado nimio o poco significativo para dar lugar a la tentativa artística”; más aún el de la mujer. Me aventuro a pensar que en un arte donde lo conceptual unido a la representación literal, más una criteriosa difusión, crean una manifestación cultural muy elocuente de fácil penetración en la conciencia social y de ribetes transformadores en la sociedad. Me pregunto ¿acaso el poema visual de la mujer embarazada donde se ve al hombre aprisionado en su útero, no simboliza el dominio de esta sobre el hombre? Dejemos de cosificarlas y admitamos que no son solamente el sexo fuerte sino también el más inteligente.  

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