Como ciudadanos nos preguntamos ¿cuándo volveremos a la normalidad?; pero necesitamos preguntarnos ¿cómo va a continuar el virus?, y cómo facilitamos las medidas de distanciamiento físico en los próximos meses o años, mientras prevenimos un rebrote.
Sin duda los costos sociales de la cuarentena son duros, cierre de escuelas, quiebra de pequeñas empresas, despidos de los empleados y daños psicológicos en los miembros de familia. Paulatinamente las autoridades realizan propuestas para cambiar la semaforización y “reactivar la economía”; ¿entonces, por qué el Gobierno no ha realizado avances en la construcción de infraestructura de salud pública necesaria para controlar el virus? Seguramente nos dicen para mantenernos “tranquilos”.
Planteamos a las autoridades estas tácticas. La primera es la más complicada porque busca mediante el rastreo de contactos, establecer un programa de pruebas masivas para contener el virus y, aquellos con diagnóstico positivo ponerlos en cuarentena. Armar esta infraestructura requiere de un gran esfuerzo para monitorear los casos e identificar los puntos críticos, certificando que el procedimiento funcione eficientemente y además desplegar personal suficiente para controlar pasos ilegales y fronteras regularizadas cuyo fin será saber quién ingresa al país o ciudad.
La segunda táctica menos compleja; es evitar que el virus se propague mediante el uso de ciclos programados de aislamiento, bajo la orientación del Gobierno sobre cómo y cuándo se realizará el distanciamiento social que se necesite; este camino tiene efectos secundarios ya que son muy costosos, podría llegar a complicar aún más la economía, saturar y forzar los sistemas de salud o crear manifestaciones sociales. Por último, sería no hacer absolutamente nada, esperar que el virus se irradie por toda la población, abrimos locales comerciales, mercados, escuelas, todo para que la economía subsista y aquellas personas que lo hagan serán dichosas de continuar viviendo.
Esperemos que nuestras autoridades no pierdan la táctica principal, la contención para la salud pública, la sociedad y economía, a reemplazar el aislamiento por las intervenciones de salud pública que incluyan pruebas masivas, vigilancia y datos en tiempo real. Nuestro camino parece que está destinado a un final desastroso, levantar el aislamiento sin contar con infraestructura de salud pública para contener el virus, permitirá que se propague a través de la población sin control. Y que todos seamos vulnerables y expuestos al virus.