Donde el planeta se divide entre el norte y sur hay una tierra bendecida donde todo lo que toca el suelo florece generosamente. Empero, últimamente esa fabulosa capacidad de brindar sustento se ha visto empañada por actos ruines que sentencian al tormento eterno de varias familias, que van desde quienes aquellas tierras habitan hasta quienes estuvieron en el momento, impropio del destino que ahora evoca una desazón apocalíptica en los corazones de millones de equinocciales. Los habitantes de estas tierras reclaman el derecho al sosiego, desde el campesino con sus boyeros, hasta el intelectual desde alguna biblioteca, quizás con ayuda externa; pero ignorando que esta tierra espléndida es más frondosa que la de la antigua Indochina, donde los invocados conocieron el infortunio, a manos de unos locales.
Después de todo, ¿Quién mejor que aquel cubierto por el destello para solucionar los problemas bajo su estrella?