Recordar en la historia

Cómo entender que la Asamblea, idealmente el respetable espacio en donde deberían relucir la verdad y los resultados positivos de un trabajo conjunto, en un marco de honestidad y ética absolutas, puesto que allí confluyen las diferentes tendencias políticas que representan la esencia de la comunidad, se haya convertido vertiginosamente en un “mercado” en donde se perfeccionan el denuesto y la componenda.

Un mandatario –el que fuere- cómo podría gobernar un país, si para hacerlo necesita contar con una mayoría parlamentaria que -en el caso de Ecuador- se conforma por dos bandos, a conveniencia afines o contrarios, que se deben a un gobierno anterior -el más corrupto de su historia-; y, peor aún, si quien pretende, aparentemente, corregir el rumbo del país, formó parte de aquel y recibió tan singular y nefasta herencia.

Los corruptos de quienes se sospecha barrieron con los dineros públicos, exigen ahora sí, el cumplimiento de las leyes que antes atropellaron, invocan cínicamente los derechos humanos que a discreción soslayaron y exigen el debido proceso que, asimismo, cuando les convino lo “proscribieron”. Mientras tanto, el tiempo apremia.

Así las cosas, urge que el Presidente Moreno, en un acto de justicia social a favor de todas las víctimas afectadas por la crisis económica, tome la decisión -quizás la más importante de su gestión- de hacer posible el seguimiento y recuperación de dineros usurpados al patrimonio nacional. Sólo así, se extinguiría la creciente duda respecto de la “cirugía mayor” por él ofrecida. Esta justa y oportuna medida sería para recordarse en la historia de nuestro país.

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