La ausencia del Padrino

Estos días parece que la mafia ecuatoriana protagonizara una guerra de pandillas, lo triste es que el espectáculo lo protagonizan políticos que fungen como autoridades de este y otros que lo fueron en el anterior Gobierno. Como viles pandilleros se reclaman el incumplimiento de favores prestados en la época del Padrino. Ido él, las facciones, mejor dicho las pandillas, se han declarado la guerra. El objetivo, no perder su cuota de poder y parecen dispuestos a todo, incluso a vender a su madre para conservarlo. Mientras tanto, el país sigue de tumbo en tumbo sin resolver los graves problemas que enfrenta. Fue una quimera pensar que el actual Gobierno realizaría los cambios que exigía la caótica situación a la que nos condujo la supuesta revolución.

Cambiar todo para que nada cambie es sinónimo de un gatopardismo en su máxima expresión. Basta escuchar las declaraciones de la flamante Vicepresidenta y de la Canciller para ahondar nuestra decepción. Duele reconocerlo, pero el único que mantenía la armonía en las huestes mafiosas era el Padrino.

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