El Dr. José Ayala Lasso envió una carta donde manifestaba, lo poco amigable que es Quito para los peatones. Lo vivo en carne propia.
Un vecino me llevó en su vehículo, desde el sector de Nayón a Quito, hasta la salida del túnel Guayasamín, donde empecé a caminar rumbo a mi sitio de trabajo.
En la primera cuadra, pasé por un local que expende comidas, donde habían hecho la limpieza del piso con agua y habían arrojado el agua y desperdicios a la acera. Tuve que bajar a la calle para seguir adelante.
Luego pasé por una compañía grande, que tiene una rampa de acceso de vehículos con tanta inclinación, que es muy fácil torcerse un pie. Decidí cruzar la avenida al lado occidental en la parada Ecobus La Paz, y tuve que taparme la nariz y boca para evitar la cantidad de humo que arrojan los escapes de los buses de transporte público. La acera del otro lado está llena desperfectos.
Finalmente, a dos cuadras de mi oficina, se construye un lujoso hotel, en donde la acera para uso de los peatones tiene huecos, restos de materiales y es muy irregular y peligrosa. Está así hace año y medio.
Esa es nuestra ciudad, poco amigable para un peatón con todas las facultades. Pobres ancianos y discapacitados que no tienen sitios seguros para caminar.