Escribo para la mujer de todas las épocas, desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días. Saludo y exalto a la Madre de Dios, a María, de virtudes modelo; de las mujeres, la mejor. A aquellas Santas de la Iglesia Católica, que inspiran vocaciones al servicio de Dios. Venero y celebro a las mujeres de letras; de ciencias y artes, a las abnegadas maestras.
Honro devoto a las mujeres que luchan con fe, por sus ideales y derechos. A las célebres damas de pasión libertaria, que apoyaron la independencia de sus patrias amadas. Abrazo muy grato a las mujeres, madres de familia, heroínas silenciosas que por sus hijos y hogar se entregan. A las mujeres campesinas que labran la tierra; a las migrantes que sufren humillaciones y muerte. A las sencillas mujeres, a las más pobres, que son ignoradas por tantos seres.
Ovaciono a las trabajadoras mujeres en todos los campos, que aportan al progreso y desarrollo de sus naciones. Venero y condecoro a las mujeres enfermeras que cuidan a pacientes en edades avanzadas. A ellas que son custodios ángeles que velan siempre por la salud y calidad de vida de sus hermanos.
Mi venia y admiración a las mujeres de claustros y conventos, que a Dios pregonan, y suplican por la justicia y paz del planeta. A las valerosas mujeres comunicadoras sociales que buscan y transmiten la verdad ante todo. Mi oración y flores a las inocentes niñas y mujeres victimadas a manos de violentos hombres. En el Internacional Día de ellas, Dios bendiga a la obra más bella que sus manos han creado; y los hombres las valoremos y exaltemos siempre.