No se está hablando de la extraordinaria novela sino de los que después de diez y más años de atraco a los fondos estatales, al dinero de los ecuatorianos, siguen circulando en el Gobierno y en las diferentes dependencias estatales y que con ojo vivo y redondo encuentran la bolsa y la sustraen o tratan de hacerlo burlándose del dolor, las lágrimas, el hambre, la necesidad y del trabajo de los que luchan por remediarlo.
El país está en guerra, no hay suficientes armas contra el enemigo invisible pero si las hay para el enemigo visible: pena de muerte señores para los ladrones de la calle y pena de muerte y devolución de lo robado para los que instauraron el robo desde hace diez años.