Tal parece que nos sentimos maniatados frente al comportamiento de jueces y fiscales, durante más de una década. Fueron elegidos primero por orden de un dictador, luego seleccionados por concurso y ahora cuestionados por sus mal habidas decisiones y sentencias. La condición de inteligencia no es adversa a la perversidad. Es decir, pueden tener puntaje alto en el examen que los calificó, pero exhibir franca corrupción en el manejo de la justicia. Como ejemplos ignorar denuncias, retrasar detenciones, dejar libres a narcotraficantes, etc.
Hoy más que nunca se debe cortar de un solo tajo ese sainete putrefacto y resolver con sabiduría el vacío legal que ha permitido jugar con la justicia. Los ecuatorianos estamos cansados de mirar a los delincuentes salir libres con brevedad, a los criminales rebajarles las penas y a los políticos corruptos pasearse empavonados en las calles o en el exterior una vez fugados. Todo ello gracias a la precipitación genial y a la vez mañosa de jueces y fiscales. ¡A quien corresponda, que se conduela y atienda al pueblo que clama justicia!