Sorprendidos y engañados por unos desconocidos fuimos llevados vilmente a un encierro, donde nuestros secuestradores pretendieron aleccionarnos de sus buenas intenciones para acabar con nuestros enemigos los corruptos y los que los protegían. Se dedicaron a visitarnos constantemente para ofrecernos ayudas a cambio de nuestra entrega a sus maneras de lograrlo y nos dividieron entre buenos y malos según aceptábamos o no sus procedimientos.
Se apoderaron de las instancias políticas y de justicia maniobrando los procesos democráticos formales. Conseguidos sus propósitos solo les falto pedir rescate y lo hicieron, llenaron muchos cuartos con miles de millones de dólares.
Solo faltaba que la sumisión permitiera la muerte indigna. El azar se encargó de que no sucediera. Debemos cuidarnos, aún existe el cuarto de Cajamarca.