Los grandes hombres, los de corazón muy noble, parecería que son elegidos para un día sufrir; y quienes a Jesús siguen, son los mejor elegidos. Sobre ellos en algún momento llueven calumnias, insultos, escupitajos, bofetadas; y hasta azotes. Acusados sin fundamento por hacer el bien, practicar la verdad y predicar el amor fraternal; y así a los más necesitados llegar. Hombres a los que el mismo Dios fortalece para soportar duras pruebas, y cargar pesadas cruces.
La ciudad de Riobamba se siente hoy muy indignada, pues han calumniado y levantado falsos testimonios, infundadas acusaciones a nuestro venerable pastor, Monseñor Julio Parrilla Díaz, quien termina su misión apostólica en la Diócesis; y conforme al Derecho Canónico se acoge a la jubilación.
Riobamba y la provincia de Chimborazo han sido muy afortunadas y bendecidas por haber tenido un obispo de lujo. Hombre de alta talla moral, ética y espiritual; sencillo como un niño, gran intelectual y escritor; muy sensible a las necesidades y sufrimientos de sus hermanos; carismático predicador del amor y la esperanza, sirviendo a todos por igual, especialmente a las familias en condiciones de pobreza. Presidente nacional y local de Caritas Ecuador.
A Riobamba y al país les duele mucho las calumnias que algún Judas ha levantado sobre él. Nos conmueve e indigna que, a contados días que Monseñor Julio deje la Sultana, sus calumniadores le hayan coronado de espinas. Él, que es varón de corazón noble, sepa perdonar -cual Jesús- , tan graves ofensas. Los riobambeños y chimboracenses hoy muy gratos y nostálgicos, porque nuestro Pastor nos deja y retorna a su amada España. Todos juntos y solidarios defendiendo su honor. A él erigimos un monumento en nuestros corazones; y aspiramos, ese monumento colocar al pié de nuestra catedral. ¡Llévenos en su corazón Monseñor!