Mientras los pueblos de diferentes partes del mundo miran con preocupación la destrucción de Venezuela, todavía quedan unos pocos mandatarios y personas indolentes que sin rubor apoyan la dictadura de Maduro y sus secuaces, alegan la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. La soberanía radica en el pueblo, el pueblo de Venezuela que emigra, que no tiene comida ni medicinas ha perdido su derecho a ejercer su soberanía; el soberano Maduro se ha apropiado de ese derecho.
La autodeterminación no existe porque una señora Lucena le dio, le da y le dará los votos al sátrapa para que se eternice en el poder y siga masacrando a los ciudadanos. A esta gente que viola los derechos humanos de los venezolanos le siguen apoyando nuestros gobernantes. Moreno, responsable directo de la política exterior, mantiene a la señora Espinosa como Canciller. Esta señora se opone a las sanciones que se proponen en los foros internacionales. El señor Vicuña, de tendencia comunista, escribe sobre las bonanzas imaginarias del país bolivariano; su hija, la Vicepresidenta, expresa a voz en cuello su apoyo a Maduro cada vez que tiene oportunidad.
El Ministro de Defensa aceptó la condecoración de militares venezolanos; el mando militar hace mutis ante la indecorosa condecoración. El pueblo ecuatoriano mira con asombro el inconcebible apoyo a esa dictadura con una política exterior vergonzante; algunas voces protestan, pero no se ve una exigencia contundente para acabar con esta actitud que denigra a nuestro país.