Escuchando los análisis de reconocidos economistas sobre la situación actual del país, no es difícil entender que los gastos superan ampliamente a los ingresos. Cuando no hay ahorro y sí una deuda en franco crecimiento y cuando el Gobierno se ve en la obligación de emitir bonos o certificados para canjearlos por el dinero de las pocas instituciones que todavía disponen de recursos en efectivo. La realidad es una sola y es que ¡estamos quebrados! De hecho si el Ecuador sería una empresa, ya tendríamos que colocar el letrero “Cerrados por liquidación”.
¿Ahora a qué distancia estamos del colapso total? Podría ser que no muy lejos, basta que la iliquidez del Gobierno nos llegue a todos por efecto rebote y salvo los pocos ecuatorianos que se pueden dar el lujo de tener reservas en el exterior. Los que no, seremos absorbidos por este remolino generado por el Gobierno y que ya está afectando a empresas que no pueden cobrar sus deudas y les toca despedir personal, empleados que no pueden cobrar sus sueldos y a un comercio que se contrae cada día más.
Lo preocupante de esto es que el Gobierno está más interesado en armar conflictos para distraer a la opinión pública que en cambiar su modelo de gestión económica.