La queja generalizada de los constructores es que, los diseños son deficientes y, son la causa para la disminución de la calidad, incremento de costos y, pérdidas de tiempo en las obras; queja que debe ser aclarada y solucionada.
Para la construcción de la obra es necesario una referencia (guía), ésta se llama proyecto (la obra en el papel), en Ecuador ha sido muy cuestionado, creo injustamente, el diseño de una obra en sí no es malo, en el país los hay de excelentes diseñadores, que están bien preparados, tienen claro los conceptos y aplican bien los paquetes computacionales de su especialidad. Lo que sucede es que estos diseños, estando teóricamente bien ejecutados, cumpliendo fórmulas y normas requeridas, no calzan en las obras porque difieren con: la realidad del sitio de implantación, los procedimientos constructivos, los materiales y maquinaria de construcción y, esto sucede por tres razones: Los TDRs solicitados para consultoría (diseño), son diferentes a los exigidos para la construcción de la obra; cantidad y profundidad de perforaciones diferentes. Responsabilidad del contratante. Dudosa calidad de los estudios es la falencia: topografía, geotecnia, hidrología; curvas de nivel mal dibujadas, perfil estratigráfico mal interpretado e hidrogramas unitarios poco ciertos. Responsabilidad del contratante. Responsabilidad del diseñador. Conclusión: Para que los diseños no calcen en las obras, la mayor responsabilidad está en el ente público contratante. Recomendación: La gestión de fiscalización de la obra debe ser asignada y responsabilizada desde los estudios hasta la construcción y puesta en marcha de la obra pública y, el diseñador debe capacitarse en el proceso, materiales y equipos de construcción del tipo de obra de su especialidad.