Con la cercanía de la Navidad, brotan los sentimientos de compasión en todo el mundo, por lo que es importante conocer las cualidades de esta virtud, a la que se le atribuye ser la más resplandeciente, el sentimiento más noble y puro. Para muchos es la expresión de amor al prójimo, tan solo superada por el amor a la familia y obviamente el amor divino a Dios. Nace en lo más profundo del alma y se da con plena libertad y sin exigencias, se refleja en los resultados positivos que salen de nuestras acciones, se encuentra en el centro de nuestra íntima capacidad de dar, está en la conciencia que nos une a todas las personas, aceptando la igualdad del género humano. Como valor universal su predisposición es la de sentir aprecio por los demás y desea liberarlos de su sufrimiento, es un sentimiento que conmueve, despertando el deseo de ayudar, cuidar, proteger, salvaguardar, dar ánimo y fortalecer al que padece el sufrimiento, es sentir, comprender el dolor de otros, sobre ponerse y tomar acción hasta encontrar alguna solución. Crea condiciones de seguridad, mejora el ambiente de nuestro alrededor, en el trabajo, hogar, unidad educativa, entre otros.
Las prácticas de los siguientes hábitos crearán mejores condiciones de vida en el país:
Familias que visitan a enfermos; profesores comprensivos con alumnos con dificultades para aprender; tender la mano a personas que tienen alguna deficiencia o discapacidad; intentar ayudar a aquellos que no tienen qué comer y buscar ayuda para los animales abandonados e indefensos; crear motivaciones de aliento en los que se encuentran caídos o desalentados por momentos difíciles o se consideren eternos perdedores. Ante estos casos, la compasión respetuosa, generosa y perseverante evitará frustraciones. Buenos hábitos crearán empatía que traerán amor y comprensión en cada uno de nosotros.