La pederastia o pedofilia, es un mal pisco social que ha ocasionado un daño muy grave a las familias y en especial a sus pequeñas víctimas, niños y adolescentes, con severas consecuencias. En nuestra legislación penal, no existen con esos nombres, pero se los tipifica como abusos y violaciones sexuales a menores de edad, delitos que son drásticamente sancionados con penas privativas de libertad con el agravante, cuando quien lo comete, aprovecha o abusa de alguna posición de autoridad, como penosamente ha sucedido con ciertos sacerdotes miembros de la Iglesia Católica, quienes, valiéndose y abusando de su autoridad sacerdotal, han perpetrado estos repudiables delitos que han causado graves daños sicológicos a sus inocentes víctimas .
Las autoridades eclesiásticas cuando se han enterado, de estos repudiables hechos e ilícitos, han guardado silencio en mucho de los casos, manifestando su negligencia y en ocasiones un implícito encubrimiento en favor de estos individuos, quienes ocasionalmente han sido sancionados con meros cambios administrativos dentro de su jurisdicción eclesiástica, acusándoles de simples conductas inapropiadas como así lo establece el Derecho Canónico, y pocas veces han sido denunciados y sancionados por la justicia ordinaria .El actual papa Francisco a diferencia de sus antecesores, si ha condenado estos abusos y execrables delitos y es de anhelar que los responsables de su cometimiento, sean legalmente denunciados juzgados y severamente sancionados, por la justicia común.