La insospechada pandemia apareció en 2019 cual ave de mal agüero, poniendo al descubierto limitaciones del sistema de salud nacional y a prueba nuestra frágil existencia. Cómo imaginar que un enemigo invisible desafíe y burle cuanta frontera encuentre de paso; siendo insoslayable que en lucha desigual aniquila sin ápice de piedad.
El alevoso ataque no otorga tregua ni hace concesiones a colectivos vulnerables, clase social, edad o género, ya que el virus mortal acomete por igual.
Para ingrato recuerdo nos deja la estela carroñera recogida a la vera del camino o centro hospitalario de cuánto mortal ha sido dado de baja; sin atinarse de momento remedio adecuado para repeler la diabólica pandemia, ni cómo pronosticar su incierta e inclemente permanencia.