Para desenmascarar a Rafael Correa hay que necesariamente inmiscuirse en una astucia retorcida y decadente. Una astucia cuya prioridad es conseguir un objetivo sin importar si se pisotea la ética y los valores.
Sobre el “caso Sobornos”, lo de la recusación a los jueces por parte de Correa huele a puro teatro. El teatro que los ecuatorianos tuvimos la oportunidad de ser testigos durante diez largos años.
Que no solo los exfuncionarios de baja y media jerarquía vayan a ser encontrados culpables y que Correa va a salir impune; ya le veo tuiteando “pero si yo interpuse una recusación contra los jueces porque dudaba de su imparcialidad, cuanta miseria humana”… ¡Ojalá me equivoque!