Por varios días, hemos sido testigos del asedio a nuestra Capital. Destrucción de bienes y patrimonio por parte de los “marchistas” apoyados con vándalos incluidos; todos ellos respaldados por personas claramente identificadas con el correísmo.
Llegaron a Quito con el aparente propósito de que el Ejecutivo derogue un decreto; pero, el objetivo velado quedó al descubierto cuando quemaron la Contraloría que guarda los documentos incriminatorios de la década pasada. Esta ocasión, como en muchas otras, personas menguadas del poder,politiqueros y corruptos, trataron de lanzar al pueblo contra el pueblo.
Estos oportunistas de río revuelto que poco o nada saben de lo que significa sembrar, para que luego de esfuerzo y trabajo, cosechar, solo les mueve la figuración o el deseo de tapar lo mal habido de la década pasada.
Alcalde de Quito y Prefecta de Pichincha fueron benefactores del caos de la Capital; aliados o cómplices de la destrucción; ahora, quiteños que hicieron sonar las tapas de sus ollas por la paz, tendrán que esperar que autoridades justifiquen más impuestos para la reconstrucción.