No se lo digas a nadie

En menos de una semana el país se ha llenado de estupor que en las ciudades más pobladas ,Guayaquil y Quito, haya más de 184 niñas violadas en edades de 6 a 17 años. Pero este no es el número oficial de niñas violadas en centros educativos en el país, la cifra es mayor, aún no lo sabemos ni lo sabremos.

A nadie le preocupa la salud mental de las víctimas, a nadie le preocupa que a esos niños se les dañó el presente y el futuro; el responsable de las violaciones está prófugo, con miles de dólares en sus bolsillos por el negocio de la pornografía para la que usaba a los niños.

El violador siempre tendrá mártires, pues mientras no se encuentre la fórmula para que nuestras hijos nos digan lo que están viviendo, no lo vamos a parar. Hoy se plantea en una consulta popular que “los crímenes sexuales contra niños, niñas y adolescentes no prescriban nunca” como que ese fuera el remedio para curar el daño letal e irreversible a las víctimas.

El victimario utiliza un lenguaje tan fino que como mujer y madre aún no logramos descifrar, ese sí es el crimen perfecto. El moribundo puede perder todos los signos y rigidez pero no el oído, y hoy entendí que el violador a su víctima le habla al oído, nunca le grita, le trata con tanta pulcritud ya que tiene su técnica y fórmula. Por más que seamos madres no podemos descifrar el código maligno en el comportamiento de los niños, y, es esa impotencia que como madres no podemos ayudar a tiempo a nuestros pequeños.

Es ahí donde gana el violador cuando dice: no se lo digas a nadie porque voy a matarte si lo cuentas, voy a matar a tu mamá, a tu hermana,... en fin, siempre le habla al oído y le dice lo que hará, si no se deja hacer lo que él quiere.

Dentro de poco asistiremos a las urnas, pero eso no hará que los enemigos que acechan a nuestros niños en silencio y en áreas sociales, familias y en los centros de educación pare el ‘no se lo digas a nadie’ o que les hablen al oído a nuestros pequeños.  

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