¡Alerta a los discursos!

Las palabras son malas o volátiles, cuando no se transforman en acciones positivas.

Por cierto, el discurso de estreno del presidente Lenín fue bien acogido pues logró transmitir con personalidad propia y calmada actitud, aquello que los ecuatorianos querían justamente escuchar, cansados de un monólogo burlón, agresivo, mentiroso e impregnado de odio de quien se creyó poseedor de la verdad absoluta y dueño del país de las mil maravillas, donde moraba con su atormentada consciencia, rodeado apenas de empleados públicos y esbirros, quienes aplaudían sumisos los cánticos roncos o los “honoris egos” alcanzados con vanidad, ajenos al resto de ciudadanos maltratados, sumidos en la desesperanza y en el desempleo.

La asesoría extranjera de imagen revolucionaria atinó nuevamente, cuando recomendó bajar el tono y mejorar los argumentos para seguir manipulando a las masas.

No comemos cuentos ni fraudes, llegó el momento de cumplir las ofertas de campaña, obras son amores: las propuestas de: “limpieza a la corrupción”, “austeridad”, “diálogo”, “programas sociales”, “mantener la dolarización”, “lucha contra las drogas”, “botín político”, etc. aguardan el ¿cómo, cuándo y dónde?, hasta alcanzar resultados.  

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