Los dirigentes de la Conaie y del FUT no defienden los intereses de sus bases
Francisco Antonio Llanes Suárez
No entiendo a los dirigentes indígenas ni a los del FUT, que en vez de pedir la congelación de los precios de los combustibles se ocupen más bien de pedir al Gobierno que mejore la educación pública, que provea a todo el país de servicio de Internet, que cumpla la promesa de la campaña electoral de entregar de manera gratuita computadores a los estudiantes de familias pobres. Esto sería una buena razón para manifestarse con machas.
No creo que aquellos dirigentes no sepan que la única forma de salir de la pobreza es con educación de calidad; es decir, que esté acompañada de la tecnología de vanguardia. Puesto que si esto no se asume con seriedad el futuro para las actuales y las generaciones que vendrán va a ser sumamente arduo. La automatización de los trabajos en múltiples áreas está llevando a la gente a especializarse o a ocuparse en otras actividades, pero ¿qué pasa con los que no están preparados? De esto deberían ocuparse los dirigentes indígenas y de los trabajadores, de exigirle al Gobierno una educación pública de calidad, y no andar haciendo marchas y paros para que congele los precios de los combustibles u oponerse a la extracción del petróleo, a la minería, con el argumento de la contaminación, pero olvidan que la que más contamina es la minería ilegal.
Yo también exijo de las compañías petroleras y de las mineras que realicen sus actividades evitando en lo posible la contaminación de nuestros ríos y de sus afluentes.
También me gustaría escuchar de aquellos dirigentes que van a hacer marchas para que no se tale de forma ilegal un árbol más en el Ecuador. Pero no, estos dirigentes están empeñados más en buscar protagonismo político -probablemente están pensando en las próximas elecciones o que se caiga el gobierno y en su lugar imponernos a los ecuatorianos un régimen tiránico- más que defender el bolsillo de los pobres.
De otro lado, los dirigentes laborales, que históricamente se han pasado en marchas y paros, no han conseguido nunca un beneficio para los trabajadores. El Código del Trabajo, por ejemplo, fue una concesión de una dictadura militar; los décimos, condescendencia de los políticos que prometían en las campañas electorales para ganar votos.
Extorsión sin límites
Fabiola Carrera Alemán
Se aproximan las festividades navideñas y, simultáneamente, la época de multas y sanciones a los conductores de vehículos, bajo cualquier pretexto. Esto realmente causa indignación e impotencia pues, los sufridos conductores de todo tipo de vehículos livianos, pesados, incluyendo motos, se ven constantemente acosados por los agentes de tránsito que no saben qué inventar para amenazarlos con multas, detenciones, sanciones y, lo más grave aún, con la terrible rebaja de puntos en su licencia. Bajo estas amenazas, las coimas hasta cierto punto, “justificadas”, se vuelven el “pan de cada día” mientras, según se sabe, los agentes tienen que completar las cuotas diarias establecidas por sus superiores; asunto por demás criticable e inhumano, si tomamos en cuenta que la crisis pos pandemia la sufrimos todos los ecuatorianos. Lo interesante sería que nos den un informe detallado de los gastos e inversiones que se hace con estos dineros, a más de invertirlos en el incremento indiscriminado de radares, cámaras ocultas y otras “trampas”.
Los ecuatorianos confiamos en que las cosas vayan mejorando y los abusos y extorsiones cesen en favor de los miles de ecuatorianos que sufrimos este permanente acoso y que, por ende, debemos contar con un presupuesto “extra” para cubrir estas injustificadas e insólitas demandas.
¿Un año más de covid?
Jeniffer Katherine Criollo Criollo
2020, el año donde recién iba a empezar la Universidad y empezó una tragedia a nivel mundial. Donde millones de personas murieron. Algo que nunca pensé que viviría y tampoco pensé tener un futuro al cual contarle a mis hijos y nietos lo que vivimos. Actualmente pararon dos años y ya mismo tres, de estar claustrada en la casa con el miedo de contagiarnos. Hasta hora yo no he puesto un pie en mi Universidad, ni conozco como es.
Pero ahora la enfermedad en Ecuador está bajando y hay esperanzas de volver a nuestra vida de nuevo. Pero en mi forma de ver las cosas, no creo que pase aún, ya que en los países de primer mundo volvieron a contagiarse, y estamos en peligro los demás países. Todo pasó porque ellos se confiaron y creyeron que, teniendo las dos dosis, ya eran inmunes y está claro que no.
Me da miedo, que vuelvan a cometer el error, de dejar que cualquier persona entre a nuestro país, sin previas pruebas de que no están contagiadas. Pero estoy muy confiada en que eso pasará. Porque en nuestro país existe mucha negligencia y no tenemos a alguien que nos gobierne correctamente. No hay nadie que nos protege.
Después de la pandemia
Carlos Zambrano Sánchez
Una gran mayoría de ecuatorianos sobrevive con lo mínimo, para subsistir. Después de la pandemia, su situación empeoró. La tasa de desempleo y/o subempleo pasó del 62%, en el año 2019, al 68% en este 2021.
A eso, agreguemos la situación del sector informal, sin acceso a mínimos derechos generados por su trabajo. Hay familias, que, a veces, sobreviven con menos de la décima parte del salario mínimo vital; son caldo de cultivo de una delincuencia imparable, que se desangra en las cárceles y las calles.
Parecería que la inseguridad, ansiedad y desesperanza, es producto del desconcierto de un país que se desmorona.
¿Y la clase política? En lugar de brindar respuestas coherentes, contribuye aún más a esta debacle. No hay consensos en propuestas para combatir la pobreza, el desempleo y la delincuencia. Persisten las viejas prácticas de paros, chantajes, sobornos y componendas, que, con honrosas excepciones, prevalecen al interés común.
A diferencia de lo que el rey Luis XV decía: “Después de mí, el diluvio”, nosotros, ¿qué podemos sacrificar para contener la avalancha social que se avizora? Parecería que nada. Por ello es urgente un compromiso colectivo. Hoy más que nunca la Patria y los lazos de solidaridad necesitan fortalecerse. Debemos concientizar que somos parte de una sociedad, donde el fracaso de unos será la hecatombe de todos.
Si el Estado no puede afrontar esta situación de precariedad, desempleo e inseguridad, son necesarias otras formas de organización, con iniciativas privadas o ciudadanas, que levanten su voz y sean escuchadas.
Y, esta vez, que no sea sólo en protesta contra el gobierno de turno. Sino una voz colectiva que reconozca la falta de cultura política de los ciudadanos, que reflejamos los electores y los elegidos a gobernar. El pésimo ejemplo que somos para la niñez y juventud desempleada con hambre de pan y justicia; y que por ello, se inducen con facilidad a la delincuencia y el narcotráfico, con los resultados que vemos hoy en las cárceles.
Impuesto a las herencias
Rafael Serrano Puig
Con este título se publica un artículo firmado por el señor Washington Herrera, en el que se afirma que no se debe derogar este impuesto, basándose en los típicos argumentos de que con esos impuestos se ayudaría a que muchas personas salgan de la pobreza.
Se supone que para que una persona deje una herencia, es porque durante su vida logró acumular una riqueza, grande o pequeña, y que para hacerlo tuvo que ahorrar dinero y posiblemente lo hizo pensando que cuando se muera sus hijos tengan los recursos necesarios para salir adelante, y posiblemente no tengan que sufrir lo que él sufrió de niño o joven. Es importante pensar que durante su vida pagó los impuestos que por ley tenía que pagar.
Me parece terriblemente injusto que al ahorro de una persona se le ponga un nuevo impuesto que lo único que invita es a que no se ahorre, a que se gaste lo que se genere incluso en cosas intrascendentes y quien sabe fuera del país, sin pensar que si no hay ahorros tampoco habrá dinero para nuevas inversiones que genere puestos de trabajo, y que de esta forma sí se redistribuya la riqueza que se genere.