Cartas al Director / 20 de junio de 2022

Dueños de las vías

Aparte de los fastidiosos y acosadores “limpiavidrios” en Quito, los sufridos conductores tienen que soportar la proliferación de los mal llamados “cuidadores” que, súbitamente y como brotados de la tierra aparecen tan solo cuando escuchan los motores de los autos; lo que significa que los conductores deben tener un presupuesto “extra” para satisfacer esta obligatoria y temeraria demanda pues, si por desgracia, carecen de sueltos o no cumplen con sus expectativas, se exponen a que estos “dueños de las calles” los agredan verbal y, en algunos casos, hasta físicamente.
Esta situación resulta un tanto injusta y desconsiderada si tomamos en cuenta que en cada parada, aunque sea de 2 minutos, el conductor debe contar con este presupuesto extra, amén del pago indiscriminado y abusivo de ciertos parqueaderos que, en su afán de lucro, se han multiplicado por doquier en centros comerciales, cines, mercados, locales comerciales, farmacias y hasta en centros culturales como la CCE, sin considerar que la gente asiste a esos lugares a consumir y, por ende, dejar su dinero. Las autoridades pertinentes deberían tomar cartas en el asunto impidiendo, en alguna forma, la proliferación indiscriminada tanto de cuidadores como de limpiavidrios que atentan tanto contra el ornato de la ciudad, así como la economía, tranquilidad y seguridad de sus habitantes.  

Fabiola Carrera Alemán

¿Qué tal si es al revés?

Nuestra población indígena es apenas el 7%, y una parte de ellos –bajo órdenes de sus acaudalados dirigentes atrasa-pueblos–, tienen caotizado al país. Absurdo, ¿verdad? Que tal si en vez de ellos, fueran otros “grupos étnicos” que conforman la abrumadora mayoría restante del país (93%), que van a cerrar con piedras, palos y llantas las carreteras de sus comunas en el bello altiplano y queman todo lo que se les cruce al paso, de su Propiedad Privada. Qué tal si blancos, negros, cholos, mestizos y montubios secuestran a sus gendarmes, los arrastran, ortigan y los bañan con agua helada; se roban su ganado, destruyen sus parcelas y huertos, e incendian todo lo que van encontrando a su rabioso paso. Qué tal si estas otras etnias totalmente mayoritarias, van a imponerles sus leyes (v.g. sin prebendas como las indígenas), sus costumbres e idioma, el castellano. Sería terrible y totalmente deplorable, ¿verdad?

A eso se exponen los irresponsables anti-patrias que van convenientemente a otros lugares a destruir la red pública y privada, en franca violación de varias normas que rigen nuestro Estado de Derecho.

Es hora también de investigar a quiénes los financian local e internacionalmente, de forma tan generosa para poder mantener por largo tiempo esa gigantesca maquinaria bélica, que ya ha vuelto su costumbre destruir a su antojo nuestro hermosísimo país. Toca urgentemente ‘pararles el carro’ a esos privilegiados “ancestrales” y hacerles entender que no es la manera correcta de imponernos sus tercermundistas caprichos. Es por ello que contra dichos asalariados delincuentes comunes, es indispensable aplicarles todo el peso de la Ley, ya que han confundido expresamente la ‘protesta social pacífica’, con el Vandalismo anárquico desenfrenado y el Terrorismo en su máxima expresión, tal como ya sucedió el pasado “Octubre Negro” de 2019. 

César Eduardo Benítez Jiménez

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