Esperanza ante la inseguridad
Hace unos días me robaron mis documentos. Sentado en el registro civil, no puedo evitar estar aún más atento a mi mochila y pendiente de bolsas y carteras ajenas, para que no vuelva a suceder. Y no puede volver a pasar, porque esta paranoia es horrible y merecemos vivir en una sociedad en la que nos sintamos seguras/os. Esta no es nuestra realidad.
El tema de conversación cotidiano es la inseguridad que se vive en la ciudad y, me atrevo a decir, en el país. De a poco, las desapariciones y muertes violentas comienzan a ser más cercanas y, con esto, más dolorosas. En una sociedad cada vez más individualista, solo lo “próximo” nos hace mella. El desinterés y la despreocupación por el otro (por el prójimo) in crescendo. Mi desdicha es realmente feliz. Hoy tengo que desperdiciar mi tiempo en trámites burocráticos que, honestamente, han fluido bastante bien. No tengo que hacer filas en hospitales o endeudarme para cubrir medicamentos inexistentes. O, peor aún, ir a reconocer un cadáver. Les debemos una explicación, como sociedad, a quienes no volverán a ver ni a tocar a sus familiares, amigos o allegados. Cualquier “justicia” humana nunca será suficiente para esa impotencia que, muchas veces, queda impune y dura para toda la vida. De corazón, me solidarizo y envío mucho ánimo a los allegados de todas las personas desaparecidas o fallecidas por muertes violentas. Realmente esto no debería pasar. ¡Claro que indigna! Como sociedad hemos fallado, nos hemos fallado a nosotros mismos y la mayor consecuencia es vivir con esta desconfianza de todo y de todos. Pero lectores recordemos que la bondad, el amor, la solidaridad… siguen ahí fuera, en las calles y en los prados, en definitiva, donde exista humanidad. Que nos quiten todo, menos la esperanza (en el prójimo).
Josué Veloz B.
Decisión PRECIPITADA DEL PRESIDENTE LASSO
Preocupado por los reclamos de todos los medios de comunicación, el Presidente solicita a los 19 Generales de la Policía Nacional que pongan, de inmediato, a disposición sus cargos, convencido que con ello van a terminarse las demandas planteadas, sin medir que el eventual debilitamiento de una Institución clave para la seguridad ciudadana al contar con más de 50 000 miembros, puede tener irremediables daños para sus actuaciones, en un momento crítico para el País por la presencia peligrosa del narcotráfico y sus poderosos tentáculos. Creo que es un error imperdonable, querer extender los errores o los posibles méritos de unos, a todo el cuerpo institucional, pues así como hay policías sobornables, hay también insobornables; sacerdotes virtuosos, pero también pecadores; funcionarios honestos, pero también deshonestos; profesionales buenos, pero también malos; militares leales, pero también desleales. Para bien de la sociedad, felizmente, no todos somos iguales. En el caso del femicidio suscitado en las instalaciones policiales, hay que partir del hecho de que los subalternos no respaldan a sus superiores en hechos sancionados por las leyes, por un supuesto “espíritu de cuerpo”, como todo el mundo lo repite, sino por temor a represalias si es que el inferior considera equivocadas, o pone en tela de duda, las acciones de sus jefes. Como dice la madre de la señora muerta, no tiene sentido que se derrumbe el edificio donde, supuestamente, se cometió el crimen, porque él no tendría la culpa de nada (JA, JA, JA).
Iván Escobar Cisneros
La Depuración y La seguridad
Con el fin de obtener mayor seguridad en las diferentes actividades humanas, uno de los sistemas utilizados en todos los medios humanos es el de la depuración, que se refiere al hecho de poder ejecutar un programa controlado del flujo de ejecución, reconocimiento de valores, para corregir fallas, tales como el ingreso y salida de instituciones restringidas, como hospitales, recintos militares, sitios públicos, educativos, de experimentación, etc. en horas no laborables. Existen también fallas en la instrucción física de género, que debe aprovechar la igualdad a través de similitudes biológicas, sicológicas,etc., evitando conflictos, ya que la falta de depuración es un peligro para la seguridad. En otros campos, los informes de accidentes de tránsito con las recomendaciones de eliminar los motivos, creando nuevas alternativas de seguridad. Las depuraciones tienen que llegar a ser parte de las normas y políticas que diariamente deben estar presentes, porque la acción de seguridad conlleva confianza, certeza, vivir libre de temor, mediante la acción compartida, debido a los diferentes conocimientos que en la práctica se aplica en los distintos medios de actividades humanas. La depuración comienza en las tareas más insignificantes, seguidas de acciones de protección, observando permanentemente donde se puede corregir, ajustando los campos de acción de gente que trata de tomar ventaja de las debilidades encontradas, donde fácilmente practican, violencia física, crímenes, terrorismo, ataque a nuestras reservas de medicinas, alteraciones de documentos, entre otros. También debe considerarse, el control al quemeimportismo de funcionarios y agentes de orden y control, inobservación de políticas educativas como materias de valoración ética y moral, exterminio de toda clase de segregación étnica, religiosa, cultural, de género, económica y de integración, bajo principios de igualdad de oportunidades para todos, sin privilegios , concientizando los deberes con los demás, para obtener derechos dentro de la sociedad.
Julio César Palacio Barberán