La bola de nieve
La dirigencia indígena promovió un paro nacional y la ocupación de Quito, para exigir al gobierno la atención de 10 puntos con demandas sociales y económicas; aparentemente la protesta pretendía mejorar las condiciones de vida de Ecuador y de las comunidades indígenas, marginadas históricamente y aisladas por parte de su dirigencia que prefieren mantener un grupo numeroso de gente obsecuente que esté lista a cumplir sus designios. La paralización fue lanzada con la dirección de Leonidas Iza en su calidad de Presidente de la Conaie, apoderándose de la representación de toda la población ecuatoriana sin merecerlo, intentando crear una bola de nieve, por lo que, en pocos días, gran cantidad de indígenas invadieron la capital con la consigna de lograr su objetivo a cualquier precio; al poco tiempo, el señor Iza, cambió su actitud exigiendo, además, la salida del Presidente de la República, demostrando su verdadera intención de dar un golpe de Estado, respaldado por obscuros financiamientos y la codicia de la revolución ciudadana, impulsando el enfrentamiento con los habitantes de Quito, que fueron sitiados, agredidos y obligados a refugiarse en sus viviendas para evitar los atropellos; y los policías y militares que no respondieron a la provocación y sufrieron graves atentados en San Antonio y el Puyo, para abrir la posibilidad de reclamar por la violación de los derechos de los manifestantes y conseguir que otros grupos sociales se sumaran a sus demandas, tratando de agigantar la bola de nieve. No hubo respuesta de los ciudadanos y los grupos sociales, que, aún sin reponerse de los efectos de la pandemia, miraban con asombro, frustración, temor, pesar e indignación como un grupo de violentos cómodamente justificados como infiltrados destruían la ciudad. Las consecuencias de esta agresión al país en todo su conjunto son cuantiosas, pero indudablemente han reafirmado la presencia nefasta de los saldos de la década pasada, han puesto en evidencia la intolerancia fomentada a un grupo social por dirigentes equivocados e irresponsables y el desconocimiento o indiferencia de los temas sociales por parte del gobierno, que debería revisar sus objetivos, para prevenir que nuevamente se intente rodar la bola de nieve.
Alfredo Sánchez Núñez
Comentario
Muy sabias y oportunas las reflexiones del editorialista Monseñor Julio Parrilla, en su artículo “La Vida Dinamitada”. Sí, nos hemos ido acostumbrando a la violencia y muertes en el país, que muchas veces, creo yo, nos alegramos un poco cuando la noticia nos habla de 8 muertes violentas, y nos alegramos porque está bajando el índice, Ayer fueron 10. Y el mundo aparte que viven los narcotraficantes va creciendo, aupados por los altos precios que se pagan en el exterior, dineros que aquí sirven para comprar conciencias de muchas personas: civiles, militares y de justicia. Todo amarrado a esta terrible situación. 300 toneladas de droga incautadas, muchas de ellas ya en contenedores listos para zarpar a Europa. En su largo camino han sorteado muchos controles, han comprado muchas conciencias. Y en esta época de grandes necesidades, no será pecado participar de esos dineros negros. Al fin y al cabo es como una primera bendición de Dios, para solucionar los problemas de comida, vivienda, etc.
Dionisio Sánchez Rocha