Han tenido que transcurrir más de 50 años para que Cuba y Estados Unidos se reconcilien, en un nuevo hito que marcará -para siempre- la unión de estos dos pueblos hermanos, por la absurda posesión y orgullo del líder cubano Fidel Castro, quien mantuvo a su pueblo sumido en la pobreza y esclavitud por tanto tiempo.
Es por eso que en la visita de Barack Obama, Fidel no asomó la cara durante los tres días que el Mandatario estuvo en dicho país; ahora toca discutir, con pinzas y con alta diplomacia, el embargo a Cuba y el retiro de la base de Guantánamo, que es una lacra social, para que puedan fluir las relaciones de convivencia y amistad.
Las expectativas son enormes, en medio de estos desafíos que van desde la mejora de la economía y de la calidad de vida del pueblo cubano. No se diga en el campo político. Se deberían hacer muchos cambios para que vuelva a una democracia participativa y llena de esperanza, para este pueblo que ha sufrido tanto.