a) Reducir el gasto público corriente, especialmente el gasto en sueldos y salarios que de USD 3.000 millones en 2007 (inicios del actual gobierno) se ha triplicado a USD 9.000 millones en 2016; y, todo el crecimiento tributario del que se ufana el gobierno, ha servido únicamente para pagarlos.
b) Otorgar incentivos tributarios a las empresas para que estas puedan ser productivas y generar empleo sostenible y de calidad. Se debería abolir el 15% de utilidades a los trabajadores, porque al sumarse el 22% de impuesto a la renta, se impone una carga tributaria excesiva para las unidades productoras de bienes y servicios. Adicionalmente, hay que eliminar las salvaguardias, el anticipo del impuesto a la renta y decretar otra amnistía tributaria. Somos un país caro, más que por la dolarización, por el intervencionismo gubernamental.
c) Flexibilizar el mercado laboral, se debe permitir la contratación por horas y posibilitar que sea el mercado (acuerdo voluntario entre las partes), y no la imposición gubernamental, el mecanismo que fije el salario. Suiza, sin salario mínimo vital, tiene el salario más alto de Europa, porque la libertad económica, sí funciona.
d) En lugar de querer convertirnos forzosamente en potencia industrial (el cambio de la matriz productiva no ha dado ni dará resultado), deberíamos aprovechar nuestras potencialidades en Turismo, Agroindustria y Minería; sectores donde, siguiendo al economista liberal clásico, David Ricardo, tenemos ventajas comparativas. Esperemos que el próximo gobierno, tenga una visión más libre de la ciencia económica (sea menos intervencionista).