Recuerdo haber estado escuchando música. Era un día de marzo de 1966 y se posesionaba como presidente interino del Ecuador don Clemente Yerovi Indaburu. La entrega del poder se hacía en el Ministerio de Defensa, luego de algunos años de dictadura militar. Al cambiar el dial a otra emisora me puse a escuchar el relato de esa ceremonia. Todos los políticos y dirigentes gremiales se encontraban allí, los pocos que habían combatido decididamente a la dictadura; los que apenas lo hicieron; los que se escondieron por años y, por supuesto, los “interesadísimos” en colaborar con cualquier gobierno. El radiolocutor entrevistaba a los personajes que llegaban; de repente, escuché a mi padre. Luego de hacer un análisis de la situación y de un recuento de las luchas emprendidas contra la dictadura y la razón de su presencia allí para reclamar lo que estaba sucediendo, sentenció en más o menos estas palabras lo que él veía: lo que sí me repugna es ver a los mismos personajes de siempre venir a participar sin ninguna vergüenza del reparto del poder. Gracias, doctor Pericles Gallegos, le dijo el entrevistador.
Sí, allí estaban los poderosos dirigentes de los gremios empresariales de la banca, industria y comercio acompañados de los caciques políticos de siempre. El entrevistador relataba lo que estaba aconteciendo, abrazos entrañables entre los que había hecho referencia mi padre. Con su manera, mi padre siempre me enseñó a mirar a mi alrededor y no solo a los que están al frente para encontrar fácilmente a los aprovechadores. Ha pasado mucho tiempo desde ese entonces y seguimos asistiendo a esos mismos festejos políticos que se proclaman patrióticos. Hay que mirar alrededor de uno. Alfredo Gallegos Chiriboga