Soy un ciudadano que vive por Calderón desde hace muchísimos años. En realidad, estoy sorprendido cómo la gente se va olvidando poco a poco del pasado y no genera una conciencia. Parece que ya nadie se acuerda cómo era el tráfico en la intersección de la Panamericana con la Simón Bolívar. Ahora solo hablan de otras cosas y no se sienten felices y orgullosos con el nuevo intercambiador que tanto nos ha ayudado y nos ha aliviado el tráfico.
Los quiteños debemos recordar los problemas que teníamos antes para poder opinar con respecto a los políticos y a su gestión. Es importante que en esta época electoral esa sea la consigna para tomar una buena decisión en las urnas. Me molesta de sobre manera que no se valoren obras como ese intercambiador nuevo de Carapungo que ahorra los más de 40 minutos que me tocaba estar metido en las horrorosas colas.
Antes lo que había eran solo ofrecimientos para solucionar el cruce de la autopista. En cuestión de pocos años se volvió intolerable por la cantidad de gente que vino a vivir en el valle de Calderón. Por eso hacía falta un buen proyecto que ahora ya es parte de nuestra realidad.
Cuando comenzaron a construirlo, lo mejor fue que la obra no generó congestión. Con vías temporales hasta se descongestionó un poco mientras el intercambiador tomaba su forma. Ahora se pasa en menos de un minuto. El intercambiador de Carapungo no solo facilita que el tráfico fluya nuevamente, como cuando se destapa una acequia, sino que permite ganar mucho tiempo en horas clave.