Ney Dolberg
Un cuento clásico en que el paciente señala con su dedo: doctor me duele aquí, acá y acullá, el médico investiga aquí, allá y más allá; sin embargo, no encuentra el problema, el enfermo por sí mismo descubre que la lesión está en el dedo.
Algo parecido ocurre en la historia de nuestros países, pasamos décadas y siglos buscando la solución para nuestro eterno problema: la democracia y la gobernabilidad, la pobreza y la corrupción. Gobiernos de izquierda, centro y derecha; dictablandas y dictaduras, civiles y militares, unos autoritarios otros pusilánimes; parece que el término medio no existe.
Y nos pasamos la vida buscando al salvador, al redentor, al igual que el dedo inflamado no nos hemos dado cuenta que el problema no está en el líder o caudillo, está en nosotros los ciudadanos que no hemos sido capaces de organizar unos objetivos claros y una hoja de ruta que sean respetados, sea cual fuere el inquilino de Carondelet; con instituciones que hagan respetar a rajatabla esas reglas.
Ya se escuchan voces de hacer una nueva Constitución, pues los zurcidos y los remiendos antitécnicos de la vigente ya la deslegitimaron. ¿Hasta cuándo y a qué costo?