Cuando se iba a elegir al nuevo vicepresidente, pude escuchar, ver, y leer ciertos comentarios que no hacen más que confirmar que en sin importar el estrato social al que pertenecemos, muchos seguimos siendo racistas. Y racistas no sólo con el de poncho y alpargatas sino con el de terno y corbata.
Con asombro y dolor, por mi patria, escuché diversos comentarios que se podrían resumir en dos oraciones: “el presidente está actuando inconstitucionalmente. En vez de enviar una terna a la Asamblea debería hacer una consulta popular para que el pueblo decida” esto obviamente demuestra que quienes, así se expresan, tienen un elemental desconocimiento de la ley. La segunda frase es “Cómo van a elegir a una persona con apellido impronunciable, deben elegir a un verdadero ecuatoriano, a un Chiliquinga, Quishpe o Morocho”.
No sé cómo vaya a actuar el nuevo vicepresidente, pero sí sé que si no confiamos en nosotros, con apellido difícil o fácil de pronunciar, estamos condenados al resentimiento, a la amargura y a seguir siendo subdesarrollados.