Enriquecimiento con el dolor del pueblo

Para quienes tenemos un mínimo de dignidad, de solidaridad, de dolor humano, resulta imposible asimilar lo que están descubriendo en los hospitales públicos y del IESS, compras de medicinas, de insumos médicos y hasta alimentos con sobreprecios descomunales, o compras de servicios innecesarios, con un voraz apetito de enriquecimiento, mientras nuestros hermanos mueren en las calles por no tener para compras un medicamento o para hacerse un examen y hay niños que no tienen para un pan porque sus padres no pueden salir a trabajar. Y me pregunto ¿qué nos pasa, es que la corrupción está en el genoma humano de algunos ecuatorianos?, o ¿uno de las manifestaciones de contagio del covid-19 es atacar a la zona de cerebro que gobierna la consciencia humana y les hace inmunes a la racionalidad? La justicia ya tiene que quitarse la venda de los ojos y actuar con celeridad y severidad. No es cuestión de crear comisiones y comisiones anticorrupción; con una era suficiente, me refiero a la conformada por notables octogenarios; es necesario apoyar y dejar que la Contraloría haga su trabajo, pero con un ligero cambio: las auditorías internas que funcionan en las instituciones públicas deben hacer control previo y concurrente; deben participar en las comisiones de contratación para asesorar y controlar que actúen de acuerdo a la ley. Cuando me fallen mis colegas me callaré para siempre.

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